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Guadaña morada

El aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios


F. G. Lorca

lorca-012.png

Texto de Violeta Alarcón Zayas

Arte de Nur Rey

Un puñal encendido
aullando,
llega a lomos de un caballo,
de un ocelote, de mil golondrinas.
Mirando al mar de poniente
yo camino por la barandilla,
desnuda, palmeras y rosas.
Un sombrero
vuela,
mi pelo baila,
penumbra en tu pecho.
Bajo la mirada atenta de Bernarda,
surca el patio un gato verde, marinero.
Tejo con llanto tu sudario,
y enaguas, y flores de ámbar
para nuestras bodas de encaje blanco  
baile macabro, guadaña morada.
Nuestros cuerpos, yermos, enredados.
Corazas vacías se arañan,
hinco mis dientes en tu cuello
y brilla el metal en tu mirada.
De un golpe, me lo clavas,
Y yo abrazo tu espalda.
Tú no dices nada,
la luna gime, roja,
me agarras.
Caemos.




 

Tu piel oscura, mi piel violenta…
hombro con hombro sobre la cascada
fluyendo húmedo, púrpura, tibio
el vino por mi vientre, por tus labios,
y tus jadeos, fríos.
Un rayo,
otra puñalada.
Resbala, mi mano,
taconea, la luna
sobre la fuente helada,
ríe,
y la selva, azul,
se calla.
Una campanada
escarcha,
el reloj, embustero
ya no dice nada.
Un maullido
resbala por el cemento.
Y solo
el silencio
solo.
Solo
un maullido
sordo.


 

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